Beth

Cuando era pequeña tenía una muñeca. No me acuerdo si me la regaló algún familiar o me la compraron mis padres. La cuestión es que llegó a mi vida.

Poco a poco se fue haciendo mi amiga inseparable; tomaba el té con ella, jugábamos al escondite juntas, me la llevaba de paseo y por supuesto, dormía con ella. Le puse el nombre de Beth. Verdaderamente no sabía porque había escogido ese nombre, simplemente me gustaba. Estaba tan unida a ella que incluso soñaba con ella.

Me acuerdo de un día, cuando iba al colegio y me mandaron hacer un dibujo de mi familia la incluí a ella, era demasiado pequeña así que mi profesor no le dio la menor importancia.

A medida que pasaba el tiempo empecé a tener pesadillas con Beth. Me decía que nunca se separaría de mí, al principio podríais pensar que era algo bonito ya que me podía tener cariño (además de que solo era una muñeca), pero había algo en el tono y en ella que lo hacía escalofriante.

A consecuencia de los repetidos sueños en que aparecía y siempre me decía lo mismo, empecé a tenerle miedo y a separarme de ella. Así pues, le pedí a mis padres que se deshicieran de ella cuanto antes, que ya no me gustaba Beth.

De eso hace ya 30 años. Ahora soy una mujer adulta con una hija preciosa. Y os estoy contando esto porque estoy viendo a mi hija jugando con Beth.

Además, debo contaros que ya sé el motivo de porque le puse el nombre de Beth. Resulta que mi madre nada más se quedó embarazada pensó los nombres de mí y de mi hermana. Resulta que íbamos a ser gemelas, sin embargo, mi hermana murió nada más nacer. Se iba a llamar Beth.